El alma
helada de juventud
El corazón
ardiendo de ignorancia
Así saliste
a la vida
¿Recuerdas?
Te amaron;
amaste
Te
mintieron; mentiste
Te
defraudaron; defraudaste
Te hirieron
y…seguramente heriste
¿Recuerdas?
Noches de
risas vacías
Días de
llanto culpable
Así
anduviste sin rumbo
¿Recuerdas?
Perdiste lo
que querías
Te quitaron
lo que amaste
Y en algún
momento el derrumbe
Casi que lo
deseaste
¿Recuerdas?
La vida te
incendió el alma
El corazón…
te lo heló
Así
aprendiste a vivirla
¿Recuerdas?
No, ya no
recuerdas
Porque ya no
son recuerdos
Ahora eres
tú mismo
Con lo
pasado a la espalda
Y la ilusión
cincelada por la mano de la vida
Y con la
mirada puesta en que esto pronto acaba
No, ya no
son recuerdos, ahora es agua pasada.
Se sintió poeta cuando escribió aquellos versos, pero nunca
antes y mucho menos después, consiguió sacarle a su pluma poesía alguna. Quiso
cantarle a la vida, pero la vida se le escapó. Quiso cantarle al amor, pero el
amor había desaparecido de su equipaje. Quiso cantar a la esperanza en un último
intento de recuperarla, pero ésta ya le había dicho adiós. Un adiós tan rotundo
que le sonó a huesos rotos y, se preguntó:—¿de dónde salieron los versos?
¿quién me inspiró este lamento?
Solo se copió a sí mismo, por eso sangró su pluma y se secó
su inspiración y aunque se atavió de
voluntad, pluma y papel y montó su campamento vigilante a que la inspiración le
sorprendiese en la oscuridad de la noche, que es cuando las fieras atacan, la
luz del nuevo día no le ofreció ni el mas mínimo vestigio de su aparición.
Y volvió a preguntarse -¿por qué ya no soy capaz de atraer las palabras?- Porque
nunca lo fuiste, creyó escuchar, porque nunca te oiste a ti mismo. Solo cuando
te varaste en las arenas de tu nostalgia, incrédulo de tu vacío, te dignaste a
escuchar el clamor de tu alma por el tiempo pasado y, con miedo al futuro,
atracaste tu barca.
Suelta amarras y deja que el viento te lleve. No esperes que
el puerto venga a ti porque el puerto está inmóvil. Eres tu quien ha de llegar
a él.
Surca las aguas y olvida el agua pasada y, mientras navegas, …o
caminas,…o corres,…o descansas,…cántale a tu esfuerzo, a tu error, a tu deseo,
a tu quimera, a tu sueño, a tu dolor, a tu alegría, a tu calor, a tu frio…cántale
con tu voz, clara, rasgada, bronca, ¡qué mas da!, pero canta sin cesar y tu
pluma vomitará poesía, porque poesía es la vida cantada con la garganta del
alma.